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Viernes, 24 Julio 2015 19:57

El tercer estadio

El tercer estadio

Ylia Prigogine (premio nobel de química) nos describió en “La nueva alianza” el cambio de paradigma que supuso el formidable avance de la ciencia durante el siglo XX. La física newtoniana y el racionalismo cartesiano nos proyectaron un mundo antropocéntrico, en el que la razón humana parecía capaz de dominar el mundo. Esta presunta capacidad de dominio sobre la naturaleza creaba la ilusión de un mundo determinista, cognoscible, controlado, y por tanto estable. La inmutabilidad se constituía en un valor al alza.

Este mundo comenzó a tambalearse al ritmo de una ciencia que nos describió una realidad muy diferente. Nos movemos en el escenario de un universo en permanente cambio y transformación; una realidad imprevisible y esencialmente espontanea que no responde a postulados matemáticos deterministas, sino probabilísticos. La nueva ciencia nos trasladó de un mundo estático a uno esencialmente dinámico.

La segunda mitad del siglo XX significó el punto culminante de aquella sociedad industrial, que sobre el dominio de la física clásica y el discurso del método fue capaz de maximizar la producción de bienes y servicios mediante la acumulación de capital, las economías de escala, la estandarización de los procesos de producción y la acción sistemática de planificación y control de los factores de producción.

Ese periodo de la historia económica del hombre está llegando a su fin, como consecuencia de una formidable disrupción tecnológica. El cómo valoremos e interpretemos el impacto que la tecnología está teniendo sobre la historia de la humanidad dependerá de dos factores. En primer lugar, deberemos fijarnos en el horizonte temporal a que nos refiramos. En segundo lugar, habrá que evaluar el impacto del desarrollo tecnológico desde un punto de vista multidisciplinar y no limitarse solo al análisis de la influencia que pueda tener en la mejora de la eficiencia productiva. Ciertamente, el nuevo mundo digital está provocando un efecto formidable sobre la comunicación humana y la forma en que interactuamos. Lo hace incluso sobre la gramática misma, fundamento de lo que somos.

Este nuevo tiempo tecnológico está impactando drásticamente sobre la forma en que las personas se relacionan y se organizan, esto es, en la manera en que empatizan. En definitiva, se está desmoronando el sistema de instituciones que se asocia a la sociedad tribal. Tal es la importancia del impacto que la técnica está ejerciendo sobre la propia humanidad.

A mediados del siglo XX, Karl Jaspers lo vislumbró con notable clarividencia. Murió en 1969 y no llegó a conocer la emergencia del mundo digital. Sin embargo, supo interpretar aquellos patrones universales que anunciaban la entrada en un nuevo periodo de la humanidad como consecuencia de un avance extraordinario de la tecnología.

Para Jaspers, el hombre, tal como lo conocemos, había superado tres grandes periodos. El primero de ellos se refería a la prehistoria. La segunda se correspondía con la etapa prometeica. Tras ella llegó el periodo en el que se desarrolló la era axial, un momento de la historia en el que se forjaron todos aquellos valores y creencias que han cimentado el significado de lo que representa la humanidad misma. Jaspers identificó el fin de esta era sustentada por el pensamiento axial y su reemplazo por una nueva cuyo origen estaba en la revolución técnica. En ese caso nos encontraríamos, desde un punto de vista evolutivo, en los albores del cuarto periodo de la humanidad.

El ser humano tiende a clasificar y categorizar la realidad como mecanismo evolutivo para interpretar el mundo que le rodea. Podemos dividir la historia e interpretarla desde muchos ángulos. Ray Kurzweil lo hace desde el punto de vista de la evolución biológica y tecnológica. Kurzweil identifica seis fases y, en su opinión, la humanidad se encuentra en los albores de la quinta. Esta nueva era en la que nos adentramos no es otra que la de la singularidad tecnológica.

  1. Jean Guilaine, antropólogo francés, nos encontramos viviendo actualmente el fin del Neolítico, aquel periodo de la Historia en el que se constituyeron las estructuras tribales que han dominado la organización social durante los últimos ocho mil años. Estamos entrando en el tercer estadio de la humanidad: bienvenidos al Datalítico. Desde este punto de vista, toda la época del desarrollo técnico no es otra cosa que un proceso gradual que habrá de servir de tránsito hacia una nueva concepción de la organización social y de la humanidad misma.

No importa desde qué ángulo nos propongamos interpretar el periodo de la Historia en que nos encontramos. La conclusión necesaria es que el ser humano está viviendo una profunda transformación de su constitución más esencial. Cuanto mayor sea la perspectiva temporal con la que analicemos la cuestión, más profundas serán las connotaciones que detectemos. Todo indica que aquellos que se refieren al momento actual como la Tercera Revolución Industrial se están quedando manifiestamente cortos.

De acuerdo con Ian Morris, el catedrático de Historia de Stanford, cada etapa de la humanidad encuentra el pensamiento que necesita. Desde los tiempos de Karl Jaspers venimos observando el desmoronamiento del pensamiento axial, es decir, de los cimientos que sustentaron la interpretación de nuestra propia existencia. Esta visión del mundo que guio la humanidad durante dos mil quinientos años se encuentra en crisis. Sin embargo, no ha surgido un nuevo pensamiento que pueda reemplazarlo.

Necesitamos un nuevo pensamiento que, preservando las verdades inmutables y los valores universales que identificaron al ser humano durante todo este tiempo, nos sirva para transitar por esta nueva era tecnológica y digital. Necesitamos un nuevo pensamiento que actúe como aglutinante de una sociedad incrementalmente compleja y diversa. Un pensamiento que encuentre los elementos que nos unen y nos permitan defendernos ante los estertores de los residuos tribales que, en su ocaso evolutivo, infringen un daño demoledor.

Precisamos una nueva concepción del hombre: como ser individual y como ser relacional. De otro modo, el caos está servido: el proceso será largo y doloroso.

 

Acerca del autor:  de Ignacio Aizpún

Se formó en Economía y Administración de empresas. Su carrera profesional se ha desarrollado tanto en sociedades mercantiles como en entidades no lucrativas, mayoritariamente en organizaciones de servicios personales. Su pensamiento crítico, innovador y disruptivo le ha movido siempre a buscar la transformación de las organizaciones, de su entorno y de la sociedad. Observador curioso de la realidad, conecta siempre que puede su pasión por la ciencia con las humanidades y el management.

Artículo publicado en el portal VIVELIBRE Soluciones Inteligentes para la autonomía personal

Publicado en Investigación